Brasil aprovecha la adquisición del Gripen para
fortalecer sus relaciones con Sudáfrica
La Presidenta brasileña Dilma Rousseff adoptó al finalizar el año 2013 la decisión de adquirir 36 aviones de combate Saab 39 Gripen NG suecos, con lo cual puso término a las múltiples presiones que sintieron durante años por parte de las distintas empresas que competian por el contrato, como la norte americana Boeing, o la francesa Dassault, quienes codiciaban desde hace mucho tiempo el lograr el jugoso contrato para dotar a las Fuerzas Aéreas Brasileñas de nuevos aparatos de caza.
Algunos analistas han visto en esta decisión una muestra de independencia para evitar que las fuerzas aéreas brasileñas tuvieran que depender de una tecnología militar rusa, norteamericana o europea, especialmente a raíz de las denuncias de Snowden de estar sometidos a escrutinios indebidos por las nuevas tecnologías de espionaje, lo que condujo a que las personalidades de más alto nivel del gobierno y del ejercito brasileño optaran por la adquisición de equipos bélicos de Suecia, un país conocido por su neutralidad, que ha logrado el desarrollo de una reconocida tecnología aeronáutica.
Lo cierto es que con la decisión Brasileña, parece quedar eliminado el proyecto de crear un Tratado de una “Organización del Atlántico Sur” para enfrentar a la OTAN, iniciativa presentada por Venezuela en múltiples reuniones regionales y que nunca tuvo acogida, salvo en las posiciones tímidas de sus seguidores de ALBA o alguna resolución sin trascendencia de UNASUR para contentar a la diplomacia Caraqueña, aceptada formalmente por el ex Ministro de defensa del Brasil Nelson Jobim, y por colegas de otros países, pero sin que realmente ello significara aceptar la propuesta.
La compra de los aviones caza Gripen obedecen también a una visión de estrategia geopolitica orientada a fortalecer sus vínculos de cooperación con África, ya que con la reciente decisión, Brasil coincide con los pasos de su poderoso aliado de la República de Sudáfrica, miembro como Brasil de los países del BRIC, que ya posee hace algún tiempo una flota de aviones del mismo tipo adquiridos a Suecia. De esta manera, Brasil y Sudáfrica en vez de identificarse en una estrategia de confrontación con los países que forman parte de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), demuestran de manera constructiva el compromiso de Brasilia y Johannesburgo de conducir una política de cooperación constructiva y no politizada entre África y América del Sur.
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