miércoles, 1 de octubre de 2014



Los F-16 belgas estacionadas en la la base aérea de Kandahar, Afganistán, volaron su última misión el domingo 28 de septiembre, poniendo así fin a la Operación Guardián Falcon.
La operación formaba parte de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), liderada por la OTAN, para ayudar al pueblo afgano a hacer de su país un lugar más seguro. Desde el año 2008, y sobre una base diaria, de dos a cuatro F-16 belgas despegaban de Kandahar para realizar vuelos de reconocimiento armado sobre territorio afgano en apoyo de la OTAN y las tropas terrestres amigas. Los F-16 se turnaron como parte de una fuerza de reacción rápida (QRA). Compartieron este papel con aviones de combate británicos. "Nuestros caza-bombarderos son los últimos en Kandahar", explica Davy Van Rompaey, líder del OGF. "Los destacamentos belgas y británicos distribuyeron la carga de trabajo entre ellos para realizar los vuelos planificados e inesperados. Los belgas han demostrado profesionalidad y un compromiso ejemplar", confirma el mayor general John McMullen, comandante de la fuerza aérea de la OTAN en Afganistán. "Ellos han apoyado a la perfección a las tropas que estaban en peligro en el campo de batalla sin ningún incidente. Su enfoque fue un ejemplo, a pesar de las condiciones austeras." Durante seis años había constantemente seis F-16 y cerca de un centenar de soldados presentes en Afganistán, principalmente en Mazar-i-Sharif y Kandahar. Durante ese periodo realizaron mas de 15.000 horas de vuelo. Era la primera vez que el Componente Aéreo Belga fue desplegado en medio de una zona de fuego real. El destacamento regresará a casa a principios de octubre, días después de que los aviones regresen del ejercicio Tactical Wing. Mientras tanto, seis F-16 belgas tomarán parte en la operación de la coalición internacional contra el "Estado islámico" (ISIS) en Irak.

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